martes, 14 de junio de 2016

PERTENENCIA: Primer Orden del Amor

Bert Hellinger, a través de su Teoría de las Constelaciones Familiares, nos muestra que existen Leyes universales que rigen el fluir del amor en los Sistemas Familiares a las que llamó “Órdenes del Amor”.

El Primer Orden del Amor es que todo aquel que pertenece al Sistema Familiar tiene  el mismo derecho a pertenecer. Nadie puede ser excluido.

Desde nuestra concepción las personas pertenecemos al Sistema Familiar. Cada ser humano está vinculado con éste, lo quiera o no.

El niño siente la vinculación como amor y felicidad, no importa de qué manera y en qué circunstancias haya crecido. No importa cómo sean los padres. El hijo sabe que pertenece y ese saber y relación los percibe como amor. Este vínculo tiene un poder enorme  porque por ese amor el hijo es capaz de sacrificar su vida.

Nadie puede cuestionar el sistema en el que nació y nadie puede negar a su familia sin negarse a sí mismo.

Ahora bien, cuando a una de estas personas se le niega la pertenencia (por ejemplo, no aceptando a un hijo ilegítimo o difamando a un tío que no correspondía a las normas de la familia), ese miembro queda excluido, provocando un trastorno o desequilibrio en el sistema,  entonces, el alma familiar trata de restablecer ese orden, y en consecuencia, otro miembro de la familia (de generaciones siguientes) ocupará su lugar.
Es decir,  las consecuencias de la exclusión se manifestarán mucho más tarde, cuando, en generaciones posteriores, alguien, sin saberlo, imitará la suerte de la persona excluida.

Hay muchas formas de excluir: ignorar, olvidar o marginar, son algunas de ellas. Pero también se excluye a alguien juzgándolo, condenándolo o descalificándolo de muchas maneras: “la abuela fue ladrona”; “el abuelo fue un borracho”; “tu tío estaba loco y nos hizo sufrir mucho”.

Acá se trata de comprender que nada lo que haga (la propia persona u otro miembro) lo puede privar a uno del derecho a la pertenencia al sistema familiar.

En lo que Bert Hellinger llama “Alma Familiar”, todos tienen un lugar de dignidad y de respeto. Y todos quiere decir, exactamente, “todos”, y significa algo muy preciso y de gran importancia: el Alma Familiar no acepta exclusiones.

Cuando alguien es excluido, el flujo del amor se resiente. Alguien posterior sufrirá las consecuencias, y nadie encontrará explicación a su sufrimiento.




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