domingo, 13 de agosto de 2017

DONDE ESTÁ LA HERIDA ESTÁ LA SANACIÓN
Taller de Constelaciones Familiares –  20 de Agosto de 2017

Pasar la página de un hecho doloroso sin el debido proceso, es meterlo debajo de la alfombra, es ocultarlo. En algún momento saldrá y reclamará su lugar. El paso sanador es mirar con dignidad lo que sucedió y asentir a lo que pasó tal y como fue, dándole un lugar en nuestra vida.

Cuánto más se practica la actividad terapéutica, más certeza se tiene que la gran mayoría de los problemas tiene un origen emocional. Sentimientos como el miedo, la inseguridad, la ira, las crisis nerviosas, etc., son causantes de nuestros bloqueos y conflictos. Las emociones dolorosas y el mal-estar van juntos, y  sanar el mal-estar equivale a sanar también las emociones que lo acompañan. En nuestra vida sufrimos muchas tribulaciones, traumas grandes o pequeños, y desgraciadamente algunos hemos sido educados con la idea que las emociones se tapan y que está mal hacer una demostración de ellas. Por eso, cuando nos duele algo, en vez de limitarnos a sentirlo y manifestarlo, las emociones las aprisionamos, quedan dentro,  no le damos una “vía de escape”, por lo cual acaban por manifestarse a través de una situación que nos duele. Esto que nos sucede, también sucedió en generaciones anteriores, quedando las emociones para ser resueltas por generaciones siguientes.
La Constelación Familiar nos permite distinguir y comprender las dinámicas que se establecen detrás de desórdenes familiares que hacen, que las personas, entre otras cosas, sacrifiquen sus vidas y no sean felices.  Nos muestra al inicio, una imagen que enferma y durante el desarrollo del trabajo  una nueva imagen, una nueva percepción de la realidad (imagen sana). Cuando una persona se hace consciente de un hecho sucedido en su vida o en su transgeneracional,  es posible la toma de conciencia  y un cambio en su alma dentro de su sistema familiar. 

La Constelación Familiar es un trabajo intenso, de muchísimo RESPETO, HUMILDAD Y AMOROSIDAD,  beneficia a la persona que constela y a todo su sistema familiar, y a la vez a todos los participantes del Taller Vivencial, que indirectamente también están trabajando en ellos mismos y en su propio sistema familiar.

“Muchas veces renunciamos al propio crecimiento, a la propia libertad, para ser leales a nuestra familia, sin ser conscientes de ello. Cuando miramos nuestras lealtades podemos descubrir cómo es posible reconciliar nuestra pertenencia familiar y a su vez seguir creciendo” Tiiu Bolzmann

Taller de Constelaciones Familiares
20 de Agosto de 2017 – 9:00 a 12:30 hs
Facilita: Elsa Huamán
En Loreto: Ignacio de la Roza esquina Las Heras
Inscripción: 264 4522062 (Anahí) / 264 4168717 (Elsa)

En Ti está Todo 💙❤💛

sábado, 12 de agosto de 2017

LAS SIETE COSAS QUE ME ENSEÑARON MIS PACIENTES ANTES DE MORIR Y QUE ME AYUDAN A VIVIR MEJOR
Mariana Jacobs es psicooncologa y trabaja en cuidados paliativos que es una especialidad de la medicina que se encarga de acompañar a los pacientes en situación extrema y cuando están a un paso de la muerte. Mariana escribió un texto conmovedor en Facebook, donde cuenta todo lo que aprendió en su trato con seres humanos en estado terminal. Quiso compartir esa experiencia que te sacude hasta la fibra más íntima.

Va el post más largo del mundo. Para todos aquellos que me piden que me siente a escribir. Espero que les guste, pero por sobre todas las cosas, espero que les sirva.
bss
Las Siete cosas que me enseñaron mis pacientes antes de morir (y que me ayudan a vivir mejor).

NÚMERO UNO
El Trabajo.
Bajá cincuenta cambios. No importa lo grave que te parezca que es lo que pasa hoy en el trabajo; creeme que no lo es.
Tu trabajo es lo que HACES, pero no es lo que SOS. Parece una obviedad, pero no lo es. Hacer identidad en el trabajo es una fuente asegurada de sufrimiento.
Todo lo que sucede cuando salís del trabajo es lo que valorás cuando se acaba todo. Eso es lo único que realmente importa.
Nunca en todos los años que hace q acompaño personas a morir oí a alguien que me dijera que le daba pena morirse porque le hubiese gustado trabajar más, ganar más plata, o tener un mejor puesto en una empresa. Nunca. Ni una sola vez. Y me cuesta creer que alguien alguna vez lo haya dicho.
Con esto de ninguna manera quiero decir que el trabajo no importa. Aquel que se esforzó en su trabajo y lo disfrutó suele sentirse muy orgulloso de eso al final de su vida, pero lo que mis pacientes me transmiten una y mil veces es que lo que verdaderamente nos hace sentir vivos y plenos, lo que inclina la balanza, no es lo que pasa en el trabajo, no importa cuánto nos guste, no importa cuanta vocación tengamos. Lo que nos llevamos es lo que pasa cuando volvés a casa.
No importa cuánto ganes o cuanto creas que necesitás. Cuando se acabe todo, vas a haber querido pasar más tiempo en tu casa panza arriba mirando las estrellas, vas a desear haber pasado más tiempo cenando con tus amigos y más domingos con tus viejos. Vas a desear más horas en la cama con tu pareja y más tiempo jugando en el pasto con tus nietos.
El auto, la cantidad de empleados a tu cargo, las sucursales que abriste, el cuadro del empelado del mes y los metros cuadrados de tu casa te van a importar absolutamente nada.
Estamos a tiempo. Pongamos el foco en lo que verdaderamente importa.

NÚMERO DOS
Conformate menos (también conocido como “escuchate más”).
Es muy común que mis pacientes se arrepientan de haber sostenido situaciones (personales o de laburo) que no les hacían bien durante mucho tiempo.

Somos de aferrarnos, somos de aguantar, alargamos los procesos, nos justificamos o justificamos al otro o la situación. Nos cuesta patear tableros. Y cuando el tiempo que queda es poco, solemos lamentarnos del tiempo perdido.
Y no tengas dudas que el tiempo es lo más valioso que tenemos.
“Me tendría que haber animado” No sé por qué no mandé todo a la mierda” “no sé porque me banqué eso todos esos años,” o “Pospuse lo que era importante para mí”

Hay algo que no nos hace darnos cuenta de que ese tiempo no vuelve. Que es valiosísimo….es la vuelta de calesita que nos queda. No la desperdicies. Si hay algo que sentís con todo tu cuerpo que no te hace feliz no sigas aguantando. No importa el motivo te aseguro que te vas arrepentir. No te aguantes por miedo cambiar, ni por sostener una apariencia, ni por comodidad, por fiaca, ni por no ir en contra de la corriente. Porque todo ese miedo y esa fiaca y esa zona de confort la terminás pagando carísima y cuando te das cuenta, ya es tarde.
Asique desmalezá, patea un par de tableros, quedate con lo bueno, lo que te hace bien, lo que te hace crecer, lo que te hace reír, lo que te hace sentirte interesado y curioso…y a vivir.

NÚMERO TRES
No te quedes con cosas por decir.
De las cosas más comunes que me encuentro diciendo a mis pacientes es... “y esto que me estas contando…alguna vez se lo dijiste a el/ella? ” y es NO la respuesta lamentablemente más frecuente. Algunas veces, con algo de suerte, estamos a tiempo para repararlo y hablar, en la mayoría de los casos no. Ese momento ya pasó. Quien sea que teníamos algo para decirle que era importante se fué, o se murió, o ya no podemos contactarla. Ok. Ahora podés. Y tal vez pienses que se te va a pasar o que no es tan importante o que si decís lo que tenés para decir alguien se va a ofender o temes su reacción o no te animás a quedar tan expuesto….bla bla bla.
Me toca decirte que es probable que te acuerdes de eso mas adelante y te arrepientas. Lo oigo todo el tiempo, creeme. Decí lo que tengas para decir.

NÚMERO CUATRO
Perdona ya mismo a todo el mundo. Y basta.
Te estafaron? Te metieron los cuernos? Te mintieron? Te maltrataron?  Perdonalos a todos. Ya está.
No estoy diciendo que te tenés que abrazar con el tipo que te faltó el respeto o la mujer que no te cuidó. No estoy diciendo que tenés que dejar pasar todo. Lo que digo es que lo tenés que soltar. De lo contrario, es como ir en un tren cargando una mochila llena de ladrillos en la espalda. Yo solo te digo que vas a viajar mejor si en vez de cargarla, la apoyás en el piso. Lo que te pasó es parte de tu historia pero no lo cargues más.

Mis pacientes me dicen “creo que me enfermó la bronca que me dió lo que me hicieron” “estuve tan triste y tan angustiada por lo que me hicieron que creo que me terminé enfermando por eso, o pase años angustiado por lo que me hicieron, perdí una década amargado en vez de disfrutar de lo que tenía.”
Guardar rencor enferma (no lo digo yo, lo dicen ellos). Yo creo que la gente se enferma por muchas cosas. No creo que sea la angustia la causa de todas las enfermedades. El mundo está lleno de deprimidos saludables, pero lo que creo que lo que mis pacientes me intentan decir es que el no haber podido soltar algo doloroso que les pasó, les hizo daño.
Por eso déjalo ir. Déjalo ser. Perdoná a quien tengas que perdonar. Por vos, no por ellos. Aunque no te lo pidan. Todos tenemos alguien que nos hizo daño, alguna cicatriz.. Apoyemos la mochila en el piso y miremos por la ventana, porque el tren sigue viaje.
(y como dice Charly “es mejor no estar atado a nada”)

NÚMERO CINCO 
Decí gracias. Todos los días. Todos los días. Si, los 365.
De las cosas más comunes que oigo son : “no me daba cuenta todo lo que tenía; vivía pendiente de lo que me faltaba y no me daba cuenta de todo lo que tenía ”
o también (y creo que es la frase que más oí de todos mis pacientes en todos estos años) “ me quejaba todo el tiempo por pavadas y ahora me doy cuenta de lo afortunado que era….” .
También es muy común oírlo en relación a la familia. “recibí miles de cosas de mis viejos y me doy cuenta de nunca les dije realmente gracias”, “mi mujer/mi marido/mi hermana me acompañó en miles de cosas y creo que nunca se lo agradecí como se lo merecía”.
Resumen: Tenés tu salud, decí gracias. Tenés una familia, decí gracias. Tenés un techo y agua potable, decí gracias. Tenés trabajo y comida, decí gracias. Tenés piernas que te llevan donde querés ir, una genialidad, decí gracias. Tenés a alguien, aunque sea una sola persona, para la quien sos importante, decí gracias. Pudiste ir a la escuela, decí gracias. Hoy a la mañana te levantaste y no te dolía nada, decí gracias. Abriste los ojos a la mañana?…decí gracias.
Todos los días, cuando te levantes…..Gracias.

NÚMERO SEIS
(ok, una difícil)
No puedo aconsejarles que recen ni que tengan Fe. Nadie puede hacer eso por consejo. No se le puede decir a alguien que Crea en Algo… porque la espiritualidad pertenece a una esfera de la vida que no puede seguirse como un manual.
Yo solo puedo decirles que en mi experiencia de acompañar en el final, el tener una experiencia de Dios, o alguna relación con lo Sagrado, o con algo que concibamos como más importante y más grande y amplio que todos nosotros y todo el universo, hace toda la diferencia.
Tal vez sea porque el haber cultivado alguna relación con algo más trascendente que nosotros, algo más importante que todo lo que hacemos y lo lo que somos, nos da la posibilidad de entender con el corazón que nada de lo que creemos que somos se termina realmente.
Esa conexión con el “todo” puede tener muchos modos de expresarse. Puede que sea por medio de la religión, o la práctica de la meditación o alguna filosofía o por el respeto profundo de la naturaleza o el silencio. Creo que son todos caminos diferentes pero igualmente válidos. Es solo cuestión de encontrar cual es el propio, y seguirlo.

NÚMERO SIETE
Cierro con una que es mucho más cursi de lo que me gustaría ser, pero tal vez sea la más importante de todas.
Hay una canción muy buena que lo dice: “…messure in Love” (algo así como medí en amor) medí qué? La vida. El peso específico de la vida se mide así. Es absolutamente cierto. Hace años que lo compruebo, en cada una de las vidas que he tenido el honor de acompañar en su cierre.
Hace lo que tenas que hacer, pero asegurate dar y recibir todo el amor que puedas. En todas las formas que puedas. En el rol que tengas, como madre, padre, hija, tía, sobrino, abuelo, amigo. Cuidá con amor a alguien, y a algo, un cactus, a tu perro, o a la naturaleza en general. Dar y recibir.
Y si lo pienso, todo lo que me enseñan mis pacientes son distintas versiones de esto mismo:
Oírse, escucharse a uno mismo es amarse. Pasar tiempo con quienes uno ama, es amar. Ser agradecido es sentirse amado y en el gracias estamos amando a quien nos da. Perdonar es ver en el otro su limitación y lograr tocar esa limitación con compasión. Perdonarse a uno mismo, es una importantísima forma de amor.
En el fondo…..es tan simple. Así de simple. Eso me enseñan mis pacientes. Así vamos a medir la vida. Así vamos a poner las cosas en la balanza.
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En resumidas cuentas, para morirse bien, es importante vivir bien. Hace poco un paciente muy querido me dijo antes de morir “trabajé tantos años para que mi vida sea maravillosa… que ahora que me tengo que ir, me da pena dejarla…me salió tan linda….”
Hicimos silencio un rato contemplando su vida  juntos, sentados en ese misterio…..y me dijo “Lo hice bien. Valió la pena cada minuto”.
Eso es señores, a vivir.

And in the end.. the love you take…is equal to the love you make”The Beatles


http://zonasursalta.com/noticias/id-9243_las-siete-cosas-que-me-ense-aron-mis-pacientes-antes-de-morir-y-que-me-ayudan-a-vivir-mejor


sábado, 5 de agosto de 2017


 LA MANZANA NO CAE LEJOS DEL ÁRBOL

Del Libro Qué es… Constelaciones Familiares de Tiiu Bolzmann

Con frecuencia, a la Constelación Familiar, asisten consultantes que reclaman especialmente a sus padres no haberles dado lo correcto y que quieren desligarse de ellos. Sienten que los padres los atan y no los dejan madurar. Quieren vivir su vida, con sus propios valores, con sus propias metas y no hay nada que objetar. Entonces vienen con la idea de liberarse de sus padres. Pero ¿cómo puede uno liberarse de sus padres?

Es como si la manzana dijera: “Me despido del árbol apenas tenga forma de manzana y maduro sola. Busco un lugar más lindo, más luminoso, más cálido. Quiero estar mejor acompañada, quizás con frutas exóticas, inteligentes, bellas, es decir, con otros que me gusten más. Maduro sola y seré una manzana muy especial, independiente y orgullosa de mi misma. No necesito a mi árbol: el entorno me brinda todo lo que me hace falta: el sol brilla solo y me va a dar dulzura, la lluvia cae sin que yo tenga que hacer nada, recibo el agua que necesito y el viento sopla quitando las nubes y me secará para que no me pudra. ¿Para qué quedarse en la rama, limitada?

Pero ¿qué va a echar de menos la manzana? No va  tener el alimento que le llega a través de las hojas, las ramas, el tronco, las raíces y la tierra de su origen. No conseguirá crecer de la manera adecuada. No tendrá un sabor definido, ni resultará suculenta, ni lucirá su color. No será la manzana de su árbol que cae sola, plena y llena, para llegar a su destino.

Tal vez la manzana niegue todo esto diciendo: “Estoy de acuerdo y pago este precio por ser una manzana emancipada y exótica. Por ser algo muy, muy especial y ponerme en mi camino”. Pero ¿hasta dónde llegará?
¿Ya vieron la semilla de una manzana que no maduró en su árbol? Está pálida, apagada. No tiene fuerza, no tiene peso, no está preparada para transmitir la vida. Y aunque la manzana haga un esfuerzo tremendo, viaje a países lejanos, tome sol en las playas caribeñas, busque la lluvia pura de la selva y se exponga al viento limpio de las montañas…. La semilla sigue débil y condenada a quedarse apenas con su forma y sin contenido. ¿Qué puede salir de una semilla así? Solamente un arbolito flojo que no tiene fuerza para producir manzanas propias.

Ahora bien, nosotros, los seres humanos tenemos una ventaja en comparación con la manzana: podemos volver a nuestro árbol, colocarnos otra vez en nuestra rama y tomar todo lo que nos dan nuestras raíces, el tronco, las ramas y las hojas, con todo lo bueno y todo lo malo, preparándonos para nuestro destino. De esta manera, podemos partir llenos y maduros hacia todo el mundo. También, alejarnos de nuestros árboles, porque llevamos con nosotros todo lo que recibimos de ellos. Así maduros nos suelta el árbol y nosotros también podemos soltarlo.

Ahora no tenemos nada para reclamar, porque ya lo hemos recibido todo, y lo que nos falta podemos agregarlo luego, durante la vida madura. Pero en el caso de los seres humanos, esto no es todo. Nuestra alma sabe más que nuestra razón y no aguanta la negación de nuestra fuente. En lo profundo, somos fieles a nuestros padres; buscamos una compensación o un castigo por haberlos negado, y entonces sufrimos la misma enfermedad que la madre o nos hacemos alcohólicos como el padre, por dar un ejemplo.
Así pues, debemos movernos en el sentido opuesto, acercándonos a nuestro árbol. Volvamos al lugar del primer amor entre padres e hijos, ahí donde este amor fue grande, intacto e inocente. Honremos lo que nos fue dado, reconociendo e integrándolo todo, también aquello que no fue perfecto y todo lo que nos faltó. De esta manera, podemos estar completos y vivir la vida que a nosotros mismos nos corresponde.