LA MANZANA NO CAE LEJOS DEL ÁRBOL
Del Libro Qué es… Constelaciones
Familiares de Tiiu Bolzmann
Con frecuencia, a la Constelación
Familiar, asisten consultantes que reclaman especialmente a sus padres no
haberles dado lo correcto y que quieren desligarse de ellos. Sienten que los
padres los atan y no los dejan madurar. Quieren vivir su vida, con sus propios
valores, con sus propias metas y no hay nada que objetar. Entonces vienen con
la idea de liberarse de sus padres. Pero ¿cómo puede uno liberarse de sus
padres?
Es como si la manzana dijera: “Me
despido del árbol apenas tenga forma de manzana y maduro sola. Busco un lugar
más lindo, más luminoso, más cálido. Quiero estar mejor acompañada, quizás con
frutas exóticas, inteligentes, bellas, es decir, con otros que me gusten más. Maduro
sola y seré una manzana muy especial, independiente y orgullosa de mi misma. No
necesito a mi árbol: el entorno me brinda todo lo que me hace falta: el sol
brilla solo y me va a dar dulzura, la lluvia cae sin que yo tenga que hacer
nada, recibo el agua que necesito y el viento sopla quitando las nubes y me secará
para que no me pudra. ¿Para qué quedarse en la rama, limitada?
Pero ¿qué va a echar de menos la
manzana? No va tener el alimento que le
llega a través de las hojas, las ramas, el tronco, las raíces y la tierra de su
origen. No conseguirá crecer de la manera adecuada. No tendrá un sabor
definido, ni resultará suculenta, ni lucirá su color. No será la manzana de su
árbol que cae sola, plena y llena, para llegar a su destino.
Tal vez la manzana niegue todo esto
diciendo: “Estoy de acuerdo y pago este precio por ser una manzana emancipada y
exótica. Por ser algo muy, muy especial y ponerme en mi camino”. Pero ¿hasta
dónde llegará?
¿Ya vieron la semilla de una manzana
que no maduró en su árbol? Está pálida, apagada. No tiene fuerza, no tiene
peso, no está preparada para transmitir la vida. Y aunque la manzana haga un
esfuerzo tremendo, viaje a países lejanos, tome sol en las playas caribeñas,
busque la lluvia pura de la selva y se exponga al viento limpio de las montañas….
La semilla sigue débil y condenada a quedarse apenas con su forma y sin
contenido. ¿Qué puede salir de una semilla así? Solamente un arbolito flojo que
no tiene fuerza para producir manzanas propias.
Ahora bien, nosotros, los seres humanos
tenemos una ventaja en comparación con la manzana: podemos volver a nuestro
árbol, colocarnos otra vez en nuestra rama y tomar todo lo que nos dan nuestras
raíces, el tronco, las ramas y las hojas, con todo lo bueno y todo lo malo,
preparándonos para nuestro destino. De esta manera, podemos partir llenos y maduros
hacia todo el mundo. También, alejarnos de nuestros árboles, porque llevamos
con nosotros todo lo que recibimos de ellos. Así maduros nos suelta el árbol y
nosotros también podemos soltarlo.
Ahora no tenemos nada para reclamar,
porque ya lo hemos recibido todo, y lo que nos falta podemos agregarlo luego,
durante la vida madura. Pero en el caso de los seres humanos, esto no es todo. Nuestra
alma sabe más que nuestra razón y no aguanta la negación de nuestra fuente. En lo
profundo, somos fieles a nuestros padres; buscamos una compensación o un
castigo por haberlos negado, y entonces sufrimos la misma enfermedad que la
madre o nos hacemos alcohólicos como el padre, por dar un ejemplo.
Así pues, debemos movernos en el
sentido opuesto, acercándonos a nuestro árbol. Volvamos al lugar del primer
amor entre padres e hijos, ahí donde este amor fue grande, intacto e inocente. Honremos
lo que nos fue dado, reconociendo e integrándolo todo, también aquello que no
fue perfecto y todo lo que nos faltó. De esta manera, podemos estar completos y
vivir la vida que a nosotros mismos nos corresponde.
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