EL
AMOR INCONDICIONAL
Todos los grandes maestros del pasado y
del presente nos hablan del valor del amor
incondicional, es decir, amarnos y aceptarnos a nosotros mismos de forma total,
y amar y aceptar a los demás exactamente como son. Todos hacemos lo mejor que podemos en
cada punto del tiempo y del espacio. Todos
haremos nuestros cambios positivos con mayor rapidez y facilidad si nos
damos a nosotros mismos y ofrecemos a los demás un amor sin
condiciones, restricciones ni limitaciones. Cuando la mayoría de nosotros haya
aprendido esta lección y sea capaz de practicarla diariamente, estaremos preparados
para el siguiente paso cósmico. No podemos estar separados y distanciados unos de otros. El Amor es la fuera curativa, y el camino del Amor es el perdón y la reconciliación.
LAS
HERIDAS Y LA RABIA
Nada ni nadie puede
hacernos daño cuando estamos centrados en nuestro espacio y nos amamos a nosotros
mismos. Sólo nos pueden dañar nuestros propios pensamientos…
Vive centrándote en tu propio espacio, en donde sabes que la Vida es para vivirla.
Vive centrándote en tu propio espacio, en donde sabes que la Vida es para vivirla.
¿Qué es el Amor Incondicional?
Expresado con
palabras sencillas, es la capacidad de
amarnos a nosotros mismos y amar a los demás sin normas ni reglamentos. El amor
incondicional es un estado ideal hacia el cual
tiende todo el planeta. Es la principal lección que debemos aprender, y hemos
de comenzar por nosotros mismos. Significa
aceptarnos a nosotros mismos y aceptar a los
demás sin emitir juicios.
Una flor es, un cachorrito es, una tormenta es, una
experiencia es. Si decimos una flor hermosa, un cachorro precioso, una tormenta
dañina, una experiencia terrible, hemos emitido un juicio. Igualmente otra persona puede
decir una flor fea, un cachorro
insoportable, una tormenta benigna o una experiencia maravillosa. Todo esto son juicios y proceden de la actitud que
adoptamos ante las cosas y los acontecimientos. Decir que alguien tiene el
pelo rojizo es la afirmación de una realidad. Decir que tiene un hermoso pelo
rojizo o un horrible pelo rojizo es hacer un juicio. Los juicios que hacemos
provienen de nuestra opinión sobre cualquier tema o acontecimiento.
¿Te has fijado en cómo te juzgas?
Decimos
cosas como: «Tengo la nariz demasiado larga», «Mis pantorrillas son demasiado
gruesas», «No soy lo bastante listo», «Mi manera de ser no me hace simpático» o «No soy lo bastante capaz», «Tengo
la nariz demasiado larga»
¿Para
quién o para qué? ¿Cuál es la nariz
perfecta? ¿Dónde está el modelo? ¿Te has fijado en que la forma de la nariz cambia en las diferentes regiones del
planeta? ¿Realmente colocas tu valor
personal en la forma de tus pantorrillas? Si crees que no eres una persona
simpática es porque no te amas. ¿Y quién dice que no eres lo bastante
capaz? ¿De dónde sacaste ese juicio? Todo
esto no son más que pensamientos. Tu nariz sirve y tus pantorrillas también,
tengan la forma que tengan. Sí, puedes hacerte la cirugía estética, pero eso no tendrá nada que ver con tu valía
personal ni con el amor que sientas por tí. Serás una persona simpatiquísima si
así lo crees, y sólo tú puedes decidir si eres lo bastante capaz.
Nos
preguntamos cómo podemos aceptar todas las cosas difíciles que nos ocurren en la vida. Esas cosas nos suceden
porque practicamos el desamor hacia nosotros mismos y nos juzgamos.
Cuando, como individuos, nos tratemos con amor incondicional, no habrá
experiencias negativas. No las crearemos.
Podemos aprender a aceptar a los demás sin ponerles condiciones,
dejándolos ser como son, aprendiendo de sus experiencias al mismo tiempo que
aprendemos de las nuestras, amándolos a medida que aprenden a amarse a sí mismos. Si
todos practicáramos el amor incondicional tanto como nos fuera posible, estoy segura de que en dos generaciones
podríamos transformar este planeta en un lugar lleno de amor y
seguro para vivir. De una u otra forma todos
sufrimos de la falta de amor incondicional, algunos desde que nacimos. Si cuando éramos niños rara vez se nos permitió amarnos y respetarnos a nosotros mismos,
es muy probable que ahora nos neguemos ese amor. Si se nos educó en la
idea de que éramos poco dignos de cariño, entonces a menudo optamos por
tratarnos como apersonas despreciables, y expresamos esta indignidad de muchas
formas, por ejemplo convirtiéndonos en drogadictos
para no pensar, y castigando así nuestro cuerpo a diario.
Del
Libro “Amar sin Condiciones” de Louise Hay
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