martes, 12 de abril de 2016

EL AMOR INCONDICIONAL
Todos los grandes maestros del pasado y del presente nos hablan del valor del amor incondicional, es decir, amarnos y aceptarnos a nosotros mismos de forma total, y amar y aceptar a los demás exactamente como son. Todos hacemos lo mejor que podemos en cada punto del tiempo y del espacio. Todos haremos nuestros cambios positivos con mayor rapidez y facilidad si nos damos a nosotros mismos y ofrecemos a los demás un amor sin condiciones, restricciones ni limitaciones. Cuando la mayoría de nosotros haya aprendido esta lección y sea capaz de practicarla diariamente, estaremos preparados para el siguiente paso cósmico. No podemos estar separados y distanciados unos de otros. El Amor es la fuera curativa, y el camino del Amor es el perdón y la reconciliación. 

LAS HERIDAS Y LA RABIA
Nada ni nadie puede hacernos daño cuando estamos centrados en nuestro espacio y nos amamos a nosotros mismos. Sólo nos pueden dañar nuestros propios pensamientos…
Vive centrándote en tu propio espacio, en donde sabes que la Vida es para vivirla.

¿Qué es el Amor Incondicional? 
Expresado con palabras sencillas, es la capacidad de amarnos a nosotros mismos y amar a los demás sin normas ni reglamentos. El amor incondicional es un estado ideal hacia el cual tiende todo el planeta. Es la principal lección que debemos aprender, y hemos de comenzar por nosotros mismos. Significa aceptarnos a nosotros mismos y aceptar a los demás sin emitir juicios.
Una flor es, un cachorrito es, una tormenta es, una experiencia es. Si decimos una flor hermosa, un cachorro precioso, una tormenta dañina, una experiencia terrible, hemos emitido un juicio. Igualmente otra persona puede decir una flor fea, un cachorro insoportable, una tormenta benigna o una experiencia maravillosa. Todo esto son juicios y proceden de la actitud que adoptamos ante las cosas y los  acontecimientos. Decir que alguien tiene el pelo rojizo es la afirmación de una realidad. Decir que tiene un hermoso pelo rojizo o un horrible pelo rojizo es hacer un juicio. Los juicios que hacemos provienen de nuestra opinión sobre cualquier tema o acontecimiento.

¿Te has fijado en cómo te juzgas?
Decimos cosas como: «Tengo la nariz demasiado larga», «Mis pantorrillas son demasiado gruesas», «No soy lo bastante listo», «Mi manera de ser no me hace simpático» o «No soy lo bastante capaz», «Tengo la nariz demasiado larga»
¿Para quién o para qué? ¿Cuál es la nariz perfecta? ¿Dónde está el modelo? ¿Te has fijado en que la forma de la nariz cambia en las diferentes regiones del planeta? ¿Realmente colocas tu valor personal en la forma de tus pantorrillas? Si crees que no eres una persona simpática es porque no te amas. ¿Y quién dice que no eres lo bastante capaz? ¿De dónde sacaste ese juicio? Todo esto no son más que pensamientos. Tu nariz sirve y tus pantorrillas también, tengan la forma que tengan. Sí, puedes hacerte la cirugía estética, pero eso no tendrá nada que ver con tu valía personal ni con el amor que sientas por tí. Serás una persona simpatiquísima si así lo crees, y sólo tú puedes decidir si eres lo bastante capaz.
Nos preguntamos cómo podemos aceptar todas las cosas difíciles que nos ocurren en la vida. Esas cosas nos suceden porque practicamos el desamor hacia nosotros mismos y nos juzgamos. Cuando, como individuos, nos tratemos con amor incondicional, no habrá experiencias negativas. No las crearemos. Podemos aprender a aceptar a los demás sin ponerles condiciones, dejándolos ser como son, aprendiendo de sus experiencias al mismo tiempo que aprendemos de las nuestras, amándolos a medida que aprenden a amarse a sí mismos. Si todos practicáramos el amor incondicional tanto como nos fuera posible, estoy segura de que en dos generaciones podríamos transformar este planeta en un lugar lleno de amor y seguro para vivir. De una u otra forma todos sufrimos de la falta de amor incondicional, algunos desde que nacimos. Si cuando éramos niños rara vez se nos permitió amarnos y respetarnos a nosotros mismos, es muy probable que ahora nos neguemos ese amor. Si se nos educó en la idea de que éramos poco dignos de cariño, entonces a menudo optamos por tratarnos como apersonas despreciables, y expresamos esta indignidad de muchas formas, por ejemplo convirtiéndonos en drogadictos para no pensar, y castigando así nuestro cuerpo a diario.


Del Libro “Amar sin Condiciones” de Louise Hay


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.