¿PARA QUÉ TENEMOS PAREJA?
Joan Garriga Bacardí
Cuando somos niños experimentamos una gran
felicidad al sentir que pertenecemos a nuestra familia, sin importar si su
atmósfera es alegre o tensa. Vivimos esa pertenencia como una bendición en
nuestro corazón. Después crecemos y, como adultos, seguimos perteneciendo a
nuestra familia de origen, pero ya no experimentamos la dulce sensación de
pertenecer a nuestros padres. Ahora necesitamos sentir esa pertenencia con
otras personas, especialmente con la pareja. Al comprometernos en un camino de
amor, como adultos, eligiendo a un compañero/a creamos el marco para un nuevo
núcleo familiar, con hijos o sin ellos, y experimentamos de nuevo que formamos
parte de algo. De ahí que esperemos de la pareja la tonificante sensación de
pertenecerse, de saberse pertenecidos el uno al otro; la seguridad, en
definitiva, de que estamos juntos en un camino, al menos mientras sea posible.
Tenemos derecho a experimentar ese sentimiento de pertenencia, pero no a
esperar que la pareja cumpla todas nuestras fantasías, que apacigüe todos
nuestros temores, que cure todas nuestras viejas heridas.
Por mi experiencia como terapeuta, diría que la
pareja se sostiene bien en tanto en cuanto nos provee de desarrollo y
crecimiento, de motivación e impulso.
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